martes, 13 de octubre de 2009

El mundo de los sueños negros



Palpitante nube hermosa con destellos rezagantes de truenos
cientos de cañones seguidos queman la tierra que erosionada está,
vestigios de lo que un árbol fue arde en llamas frente a mi sien,
no es necesario estar dormido para sentir semejante dolor
intensificante e impotencia de gritar los males de muerte hacia
tan profundo corte de espada en la leñosa corteza de la decadente flora.

Temerario aquel que con fuerza quiere enfrentar al fuego,
mas la espesa armadura de cuero nada útil hace ya,
después de ver el vacío tiritante donde yace un sueño,
de un onírico guerrero que algún momento de existencia
supo con odio y desdén penetrar con sus desnudas manos
lo mas húmedo y obscuro del ojo de Morfeo.

Lo irreal no es lo que taladra el cerebro en sueños
sino el límite de tiempo entre pestañeo del ocaso al amanecer
ni celestes ni nebulosa es suficiente sustento
que abarquen las eléctricas líneas que mantienen funcional
las luces del camino propio que jamás se va a tomar.

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